martes, 24 de febrero de 2009

LO QUE HACE LA PIEL POR NOSOTROS

Por. Energía Pura. ==>

La delicada piel es mucho más que una cubierta protectora: es un órgano tan importante para la vida humana como el cerebro, el corazón y los pulmones.

Presta servicios de los cuales apenas nos damos cuenta y que serían difíciles de realizar con un cuero duro y grueso.

Vea lo que sucede al cortarse un dedo.

De los diminutos vasos sanguíneos de la piel brota de inmediato la sangre que expulsa la suciedad y los microbios.

Después, los vasos sanguíneos se contraen, reducen la salida de sangre y pronto llena la herida un coágulo que rápidamente se endurece.

Este se adhiere firmemente a los bordes y comienza a encogerse gradualmente, acercándolos el uno al otro.

En unas horas, por todos lados es invadido el coágulo por células del tejido correctivo llamadas fibroblastos, que progresivamente construyen tejido nuevo.

Una vez que se ha rellenado con toda solidez la brecha, las células cutáneas superficiales comienzan a crecer, partiendo de los dos bordes, hasta que se encuentran en el centro, para dejar sólo una cicatriz finísima o absolutamente ninguna.

Cada etapa de este proceso ocurre en el momento adecuado.

Recuerde esto la próxima vez que se corte o se queme y no trate de rascarse la costra.

Puede interrumpir con ello fases importantes de la curación y quedar con una cicatriz innecesaria.

La piel es un almacén, de amplitud notable por cierto.

Una persona que pesa unos 68 kilos lleva más o menos 11 de esos kilos en la piel, principalmente en forma de grasas y agua.

Cuando el cuerpo ingiere más grasas y agua de lo que necesita, parte del exceso se deposita en la piel.

Más tarde, la piel puede devolver esos materiales almacenados, a través de la corriente sanguínea, a los órganos que los necesiten.

En forma semejante se depositan en la piel las sales, el azúcar y varios otros factores nutritivos esenciales.

La piel también puede proporcionar raciones sanguíneas de urgencia a órganos vitales.

Suponga usted que inesperadamente lo asaltan cuando camina por la calle.

Al instante sus músculos y órganos internos requieren más sangre para luchar o huir.

Parte de esa sangre procede de la piel, donde los pequeños vasos sanguíneos se contraen o dejan de funcionar y los canales mayores de urgencia se abren para proporcionar un atajo rápido a la sangre que velozmente se envía a las regiones que la necesitan.

Al desviarse esa sangre que ordinariamente circula a través de la piel, usted "palidece de terror o de ira".
Esto continua. . .


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